
Hace poco tiempo, en una entrevista me preguntaron:
– ¿Anne, por qué entregas todo por los volcanes?
La respuesta que di me ha hecho reflexionar sobre este porque y sentir la necesidad de desarrollar más esta cuestión. Llevo más de 20 años dedicando mi vida a los volcanes, mi pasión no se justifica, crece conmigo cada día.
Mi repuesta al porque va mas allá del reto de subir una cumbre y superar mi fuerza física, de ver paisajes increíbles, viajar a lugares remotos, publicar estudios o conseguir retos científicos; más allá de mis retos personales, una foto increíble y la apreciación de los demás.
El porque de los volcanes para mi es una forma de ser y ver la vida, es una filosofía. La filosofía del volcán.
Los volcanes nos enseñan humildad sobre nuestra condición humana, sobre nuestra relación con la naturaleza; los volcanes son la fuerza de la tierra que impone su grandeza. Sus características vivas, su aliento, su olor, su intensidad, nos producen un respeto espontáneo en su presencia y en su vegetación.
Los volcanes definen otra visión del tiempo, como individuos pensamos que nuestro paso por la tierra es único y que el tiempo es el reflejo de este camino, sin embargo la visión geológica de la tierra, los millones de años que nos deja ver un volcán, hacen ver el carácter fugaz de la vida humana.
Con esta premisa, se que hay que vivir el tiempo presente. El pasado nos pertenece pero es pasado, así como el futuro es una incógnita y no podemos tener la arrogancia de controlarlo; podemos soñarlo, anticiparlo, actuar en el tiempo presente para algunas acciones futuras pero su indeterminación escapa de nuestras manos. Una cuestión es ser conscientes del futuro y encaminarlo y otra es creer que tenemos su control.
Pasamos nuestro tiempo (a veces la vida) a pensar que seremos feliz, que necesitamos tal cosa para estar mejor, que seremos ricos en el futuro, los volcanes nos enseñan que mañana es mañana, llegará indudablemente pero hay que vivir aquí y ahora y que la única riqueza que puedes conservar contigo por siempre son tus valores y tu forma de ser.
Todos somos iguales delante de un volcán, en su presencia parece que todos volvemos de forma natural a lo que somos: humanos. Volvemos a la virtud, a los valores y la dignidad del ser humano. Hoy en día hemos dejado que el valor del dinero controle nuestras sociedades, guiados por un consumismo ciego. El dinero nos impone una definición del éxito, una clasificación del posicionamiento social, incluso se apropia de nuestros sueños que giran a su alrededor, el volcán es indiferente al dinero, delante del volcán la única riqueza es el ser humano, donde actúan los valores de la cooperación, el altruismo, la compasión y la humildad.